Pérez López nos trae este enfoque
a partir del análisis de las consecuencias de las acciones humanas cuando
interactúan con otras personas. Dice Pérez López que se puede entender la acción
humana como un proceso de interacción (acción-reacción) con un entorno también
humano (en casi todos los casos)
Las personas que interaccionan
pueden aprender como consecuencia de esa interacción. Si la acción de uno y la
reacción del otro son consecuencia de decisiones tomas por ellos en un momento
dado, sucesivas experiencias pueden llevarlos a modificar sus decisiones en la
siguiente interacción.
Este cambio significativo es lo que Pérez López reconoce como aprendizaje; cambios en las reglas de decisión (conjunto de operaciones por las que la persona elige una acción) producidos por la realización de la interacción.
La acción humana tiene, entonces,
tres consecuencias o resultados:
- Resultados extrínsecos: la interacción
- Resultados internos: aprendizaje de la persona activa
- Resultados externos: aprendizaje de la persona reactiva
La persona activa “realiza planes
de acción para resolver sus problemas, es decir, para lograr satisfacciones. A
la satisfacción lograda por la ejecución de un plan de acción la llamaremos
eficacia de ese plan de acción. Es decir, el grado de eficacia de un plan de acción no es más que el grado de
satisfacción logrado por la persona al realizarlo y, en consecuencia, expresa
el valor de los resultados extrínsecos
producidos por el plan para el agente activo” (Pérez López, 2006: 54).
La eficiencia de un plan de acción son los cambios que produce el
aprendizaje en la persona activa en tanto ellos influyen en las futuras interacciones. “La eficiencia
de un plan expresa, pues, el valor para
el agente activo de los resultados internos producidos por la ejecución del
plan” (Pérez López, 2006: 54).
Consistencia de un plan de acción
son los cambios que produce el aprendizaje en la persona reactiva siempre que
esos cambios influyen en las futuras interacciones. “La consistencia de un plan
expresa, por lo tanto, el valor para el agente activo de los resultados
producidos por la ejecución del plan” (Pérez López, 2006: 54).
Así la interacción entre las personas
tiene dos tipos de consecuencias: eficacia y consistencia que expresan lo que
las personas aprenden de esa interacción. El valor de estos aprendizajes está
en su influencia para lograr futuras satisfacciones; por eso conseguir estos aprendizajes puede
ser objetivo a buscar en las decisiones de la persona.
Por lo tanto logar esos tres tipos de resultados es motivo
de las decisiones de una persona. “Tenemos, por lo tanto, tres tipos de motivos
para la acción personal:
- Motivos extrínsecos: aspectos de la realidad que determinan el logro de satisfacciones que se producen por las interacciones.
- Motivos intrínsecos: aspectos de la realidad que determina el logro de aprendizajes del propio decisor.
- Motivos trascendentes: aspectos de la realidad que determinan el logro de aprendizajes de las otras personas con las que se interacciona.” (Pérez López, 2006: 55).
En toda acción humano los tres
motivos están presentes: el medico al atender a sus pacientes lo hace para
cobrar honorarios, desarrollar su competencia profesional y curar la dolencia
que hace sufrir al paciente. El vendedor de una gran corporación o de una
pequeña empresa al realizar una venta busca ganar dinero, busca una buena
oportunidad para seguir aprendiendo y desarrollando sus dotes de profesional
independiente y si es un buen vendedor pensará que está ayudando a resolver un
problema del cliente. También puede suceder que el peso de estos motivos sean
distintos según las personas, de ello deviene la “calidad motivacional” de la persona. Como lo expresa Pérez López
esta calidad viene determinada por la
sensibilidad que esa persona tiene para ser motivada por cada tipo de motivo.
Las organizaciones son
instrumentos para que las personas satisfagan motivos de los tres tipos y la
formación, como componente de la organización con impacto directo en la
satisfacción y desarrollo de las personas es una de las herramientas a ese
servicio.
Estos motivos apuntan a la
satisfacción de tipos diferentes de necesidades:
- Necesidades materiales: corresponden a la posesión de cosas o a la posibilidad de establecer relaciones sensibles con cosas que producen sensaciones de placer (y de dolor ante una insatisfacción); es decir son necesidades que se satisfacen fuera del sujeto a través de la interacción de los sentidos con el mundo físico.
- Necesidades de conocimiento: son las que están ligadas a las capacidades de las personas para hacer. Cuando la persona puede controlar la realidad y se ve capaz de hacer cosas va satisfaciendo estas necesidades; y ello se logra a través del aprendizaje cuando la persona desarrolla un conocimiento operativo: las habilidades para manejar el entorno. Estas necesidades satisfechas producen sensación de poder y seguridad a nivel psicológico.
- Necesidades afectivas: “son aquellas ligadas al logro de relaciones adecuadas con otras personas, a la certidumbre de que no somos indiferentes para los demás, de que nos quieren como personas, de que nos aprecian por nosotros mismos, por ser como somos” (Pérez López, 2006: 60). Se satisfacen cuando nos damos cuenta que al otro le afecta lo que nos afecta a nosotros. Esta interiorización de los que le ocurre al otro es lo que en sentido estricto llamamos amor. Somos capaces de amar y ser amadas y ello es lo que satisface estas necesidades.
Estas necesidades están presentes
simultáneamente en el ser humano. “Su satisfacción significa que la persona
tiene una relación satisfactoria con la
realidad en tres planos distintos: el mundo de las realidades sensibles, el
mundo de la realidades personales y su propio mundo interior” (Pérez López,
2006: 60).